La ansiedad es una respuesta innata en los seres humanos, cuya función principal es la supervivencia. Se manifiesta como un estado de alerta que nos advierte sobre posibles peligros. Sin esta respuesta, la humanidad no habría sobrevivido a lo largo de la historia.
Síntomas Físicos de la Ansiedad
Durante episodios de ansiedad, es común experimentar diversas sensaciones corporales, tales como:
- Palpitaciones
- Sudoración
- Sensación de falta de aire
- Opresión en el pecho
- Temblores
- Mareo
- Sensación de irrealidad
- Inestabilidad
Aunque estas sensaciones pueden ser incómodas, son inofensivas y forman parte de la respuesta natural del cuerpo ante situaciones percibidas como amenazantes.
Ataques de Pánico
En ciertas circunstancias, la ansiedad puede intensificarse y convertirse en un ataque de pánico. Durante estos episodios, la persona puede interpretar erróneamente las sensaciones corporales, creyendo que son indicativas de un problema grave. Este enfoque en las sensaciones físicas aumenta su intensidad, llevando a la convicción de que algo malo está ocurriendo.
Es importante destacar que la ansiedad en sí misma no es peligrosa. Nunca ha causado la muerte, la locura o la pérdida de control en una persona.
Desarrollo de las Crisis de Ansiedad
Una crisis de ansiedad suele iniciarse con un episodio de ansiedad elevada, donde una sensación interna no peligrosa se asocia con un gran malestar. Posteriormente, esta asociación se extiende a sensaciones similares y a múltiples situaciones.
Las personas que experimentan crisis de ansiedad a menudo temen la posibilidad de sufrir una nueva crisis, lo que les lleva a evitar lugares o situaciones donde creen que podría ocurrir, como supermercados, transportes públicos, túneles, durante la conducción o incluso salir a la calle. Este comportamiento puede derivar en agorafobia.
Prevalencia y Tratamiento
El problema de las crisis de ansiedad no es infrecuente; se estima que 7 de cada 100 personas sufren este trastorno.
Actualmente, se emplean técnicas psicológicas cognitivo-conductuales para su tratamiento. Estos tratamientos pueden ser tanto grupales como individuales, con una duración aproximada de 15 sesiones, tras las cuales, en la mayoría de los casos, la recuperación es total.
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